Su personalidad
Muchos y muy marcados son los contrastes que perfilan su fisonomía inconfundible. Francisco Palau es temperamental graba huella profunda en todo lo que hace.
Es reflexivo y al mismo tiempo intuitivo en sus ideas y rápido en las decisiones. Realista en sus obras a veces se vuelve soñador e imaginativo.
Coherente con los principios que apuntalan su vida se muestra muy flexible para adaptarse a circunstancias concretas. Tenaz con lo que se propone, es generosamente condescendiente con los demás. De carácter reservado Francisco se abre generoso a la comunicación y la amistad.
Enamorado del silencio, del retiro y de la soledad, es y se siente a la vez apóstol de actividad múltiple y desbordante. Las manifestaciones más visibles son:
- Predicador incansable: Ve la recristianización del ambiente español y europeo como una auténtica obra de evangelización.
- La dirección fue uno de los cauces por los que transmitió con mayor eficacia y autenticidad su espíritu a los miembros de la familia religiosa del Carmelo Misionero. Queda reflejado en sus cartas.
- Su faceta de catequista y renovador se hizo patente en la gran obra de la "Escuela de la Virtud" de Barcelona.
- Fue escritor, más por exigencias pastorales que por vocación o consagración a la pluma. Logró, sin embargo, componer páginas originales que ocupan lugar privilegiado en la literatura religiosa y espiritual del siglo XIX español.
- Sus obras son: Lucha del alma con Dios; La vida solitaria; Catecismo de las Virtudes; Mes de María: La Escuela de la Virtud vindicada; La Iglesia de Dios figurada por el Espíritu Santo; y otras.
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Mención especial merecen las páginas de índole autobiográfica recogidas modernamente en dos libros: Las Cartas y Mis Relaciones con la Iglesia.
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Las 169 cartas reunidas en un epistolario son fuente insustituible para conocer y comprender al P. Francisco Palau.
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